UN SECRETO MUY BIEN GUARDADO

Decía George Bernard Shaw que “No hay secreto mejor guardado que aquel que todos conocen”. Recuerdo en una conferencia sobre temas ambientales, uno de los ponentes, un científico americano, que quedó muy impresionado por la ciudad de Valencia, se lamentaba que tuviésemos el “secreto mejor guardado de Europa”. Todos los valencianos sabemos que el Santo Cáliz está en nuestra ciudad. Que la primera novela del mundo se escribió aquí y en valenciano. Que la primera expedición de Colon fue financiada por un valenciano. Que tenemos espacios naturales con una variedad de fauna y flora únicos en el planeta. Una gastronomía sublime más allá de la omnipresente paella y tantas otras cosas que creemos que todo el mundo fuera de nuestras fronteras, por su gran importancia lo sabe, pero no es así. Pensar que todo el mundo conoce lo que tenemos, hace que no lo promocionemos. Nos mecemos en la autocomplacencia y termina siendo un secreto. Somos así.

En un curso de verano ya hace unos cuantos años, ¡ay la nostalgia! Un ponente hizo una relación de los parques naturales del Reino de Valencia entre humedales, bosques, sierras litorales e interiores, pero noté que se dejaba uno. En el turno de preguntas me referí a él y pregunté porque siendo un espacio tan grande, con tanta biodiversidad y para mi muy importante: sin apenas presencia de poblaciones que puedan alterar la vida salvaje, como era posible que no fuera parque natural, el ponente sonrió y me respondió: para que nadie vaya a visitarlo y estropearlo.

Cuando un lugar se declara Parque Natural, en realidad si miramos cualquier mapa en internet veremos que queda incluido en lo que se llama “espacios naturales protegidos”. Se crea esta etiqueta para conservarlo. Y se conserva porque está en peligro. Se crean infraestructuras, personal especializado, un presupuesto (casi siempre magro) y una serie de medidas para su recuperación y para su disfrute responsable, vigilado y acotado del mismo.

Por tanto, existen lugares que también podrían entrar en la categoría de estos espacios, pero no tienen este distintivo no por ser inferiores en biodiversidad o ser muy pequeños, sino por permanecer inalterados. Lejos de la intervención del hombre. El espacio al que me refiero, lo conocen muchos valencianos, pero al no ser Parque Natural, permanece en el anonimato y casi nadie lo visita. En el 2007, ecologistas en acción, recogió firmas para que fuera declarado Parque Natural, la iniciativa no prosperó. En las memorias de gestión de espacios naturales, no consta que, aunque se destina un presupuesto y medios para su vigilancia y protección, no consta como Parque Natural o Espacio Natural Protegido. Si miramos cualquier mapa de estos dos indicativos, no aparece.

Lo más curioso del asunto, radica en que tampoco es un lugar pequeño en el que sea fácil no dar con él. Nada más lejos de la realidad: Su extensión (hago los cálculos a ojo viendo el plano) puede que llegue a casi el 20% de la extensión total de la provincia contando 3 muelas y el macizo principal al centro. Solo este es de 2350 Km2. Decía Cavanilles que era “centro y punto de unión de los montes esparcidos por todo el reyno de Valencia”. No es un lugar que pase precisamente inadvertido. Lo que ocurre, es que és de difícil acceso. Su topografía puede que sea una maravilla para algunos, pero una pesadilla para el resto. Por la parte norte, es accesible solo a una de las muelas. Por el oeste, lo es, pero solo también a una parte de él. Por el sur, también inaccesible a gran parte de éste y por el este, existe el único acceso que permite llegar al macizo central. El recorrido es ya de por sí difícil y sinuoso solo para acceder a las dos únicas poblaciones que existen en su interior, pero muy escoradas a la periferia del macizo hacia el este y el resto del trayecto, prácticamente solo queda reservado para vehículos 4x4.  En algunos casos, las fuertes lluvias destrozan los caminos y los pequeños puentes que salvan los numerosos barrancos que circulan en su interior. De hecho, este lugar fue la zona cero de la famosa riada del 82. Las fuerzas de la naturaleza que se desencadenan en este lugar son impresionantes.

Una vez, fuimos para visitar un abrigo natural de los muchos que hay al ser un lugar rico en piedra calcárea y donde se encuentra posiblemente unas de las pinturas rupestres del paleolítico más emblemáticas de nuestra comunidad. Fue imposible acceder en coche y la caminata duró lo que nuestra paciencia, que era mucha. Dimos media vuelta al final.

Al ser de clima mediterráneo, La mayor parte de la vegetación consiste en pinos carrascos y rodenos, lentiscos, palmitos, aliagas, romeros y tomillos, aunque la parte central que se salvó de los grandes incendios que sufrió en el pasado, alberga un magnifico bosque de carrascas. En algunos barrancos se conservan fresnos y madroños.

La fauna es muy rica. Es por esto por lo que, en el 73, el antiguo ICONA (cuanto daño has hecho cuando has querido), convirtió este espacio en Reserva Nacional de Caza. Menudo premio. Esto terminó cuando la Generalitat asumió la competencia. Podemos encontrar cabras montesas y muflones en gran cantidad. De hecho, demasiadas al no haber un depredador natural. Hay superpoblación y ahí encuentro en mi opinión, justificada la intervención del hombre para buscar el equilibrio. También hay jabalíes y zorros (como no) perdices y ginetas. Por el aire, nos encontramos con el águila perdicera y la calzada. También el halcón peregrino y rapaces nocturnas como búhos y lechuzas.

Decía Manuel Azaña con ironía que “En España la mejor manera de guardar un secreto es escribir un libro”. No aspiro a tanto, solo escribir estas líneas y decir que hay un lugar que como decía al principio de este texto Bernard Shaw, todos conocemos, pero por eso sigue siendo un secreto. Sabemos dónde está. Lo podemos intentar visitar, pero no digamos su nombre. No lo convirtamos en un Parque Natural.

Ramon Sanesteban

 

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